¿Qué gana Adán Augusto hablando, por primera vez, de su deseo de ser presidente? Mucho, y al decir mucho quiere decir que Ebrard y Sheinbaum pierden a raudales. El timing del secretario de gobernación es conocido desde hace años, timing que mezclado con su intachable capacidad política, está por poner contra las cuerdas a las otras dos corcholatas, las cuales llevan meses siendo una copia de sí mismas, llegando incluso al ridículo (no, no me pondré a hablar de los TikToks de Ebrard ni las aburridísimas e intrascendentes ruedas de prensa de Sheinbaum). A Adán Augusto le bastan dos cosas para posicionarse como un fuerte contendiente a la presidencia: su inexpugnable cercanía con el presidente y la limpieza con la que se ha manejado en términos político-electorales. Y es que no olvidemos que a Morena ya le cayó un estatequieto del TEPJF por actos anticipados de campaña, cuyos principales responsables son, por supuesto, Sheinbaum y Ebrard. Contrario a esto, al secretario de gobernación le gustan más las formas elegantes, discretas, porque él, en los actos y operaciones políticas, dice muchísimo más que en tiktoks o ruedas de prensa.
Adán Augusto y su deseo de ser presidente
